Mi reno de peluche

​ ​ ​Relato autodestructivo, una bomba de sentimientos con la que es imposible no empatizar y no caer en la desesperación. Así definiría a esta serie, y así podría acabar mi crítica sobre ella, con una frase que da para titular de periódico populista, como suelen hacer los críticos de 60 años de EE.UU. Sin embargo, intentaremos profundizar un poco más en lo que ha significado ver estos siete capítulos.

​ ​Empezar una serie sabiendo que todo lo que ocurre en ella, con ciertos matices, está basado en hechos reales, siempre te impresiona el doble. De hecho, cuando una película de terror acaba con esa famosa frase de "basado en hechos reales", ya no duermes en una semana mínimo. Bien, 'Mi reno de peluche' (Richard Gadd, 2024) no es una serie de terror, pero da un miedo que te cagas.

​ ​​Desde el inicio del programa vamos sabidos a lo que nos enfrentamos, esto es serio. Acoso, abuso, perversión, violación, manipulación y un largo de temas controversiales que nos hacen girar la cabeza de vez en cuando y, a la vez, no despegar los ojos de la pantalla, puesto que, joder, es que es muy buena. No estamos acostumbrados a que estos temas se pongan en escena de una forma tan sincera, correcta y natural. Suelen ser frivolidades que buscan el like rápido, la fascinación y el morbo más que hacernos entender que esto, señoras y señores, son delitos muy graves y suceden a diario.

​ ​Está claro que no habríamos caído en el pozo sin fondo de adicción que ha supuesto, para la mayoría de sus viewers, ver esta serie en el mismo día de salida, si su creador Richard Gadd ('Bodas de infarto', 2022) no hubiese sabido darnos el golpe de realidad que necesitábamos, acompañado de una puesta en escena brillante y unas actuaciones fascinantes, sobre todo la de la aclamada Jessica Gunning ('The Outlaws, 2021 - ?) como Martha Scott​.

​ ​Empezar una serie así tiene sus peros, sobre todo cuando tienes que salir a justificar que no todos, pero sí la mayoría, de acontecimientos ocurrieron exactamente así. Lo que me lleva a preguntarme, ¿cuándo un director de una obra de ficción ha tenido que salir a defenderse por incluir ficción en su obra? Creo que basado o inspirado en hechos reales es suficiente argumentación como para que el espectador promedio entienda que, con ciertos matices, todo esto tiene un grado de invención añadida para causarnos impacto, desesperación, serotonina y otros tantos sentimientos. 

​ ​Es un debate interesante aquel del grado de atención que el público le ponemos a todo lo que vemos, no puede ser que tengan que salir a explicártelo todo porque tengas la comprensión lectora de una patata. 

​ ​Aunque esto no venga a cuento, puede llegar, incluso, a ser insultante que un director o actor como los de la serie de 'The Boys' tengan que salir a la palestra a indicar que EL PATRIOTA NO ES UNA FIGURA A SEGUIR Y EL FASCISMO ESTÁ MAL. Porque... sí, un ejemplo radical para gente que no entiende que 1 + 1 es 2, así como matar, violar y acosar a la gente te convierte en un asesino, violador y acosador.

​ '​Mi reno de peluche' no va de juzgar, sino que va de entender, razonar y empatizar. Empezar a ver a las personas como personas, que cometemos errores, que tenemos inseguridades y que proyectamos, muchas veces, nuestros problemas en los demás. Y sí, ahora hablo del protagonista de esta historia. Donny Dunn se nota que tiene mucho del propio Richard Gadd, al fin y al cabo es él mismo contando su historia. Hay varios capítulos que muestran esto, sobre todo el fantástico monólogo real que te evoca al llanto y al drama, a sentirlo con él, en sus carnes. Es una víctima, aunque haya cometido errores, aunque no siempre haya actuado como hubiese debido, pero sigue siendo una víctima.

​ ​Vivimos en una sociedad que culpabilizar a la víctima de serlo y empatiza con quienes cometen las atrocidades. Donny Dunn es un personaje complicado, puesto que no siempre ha sido la mejor persona que puedas conocer, pero sí una persona que ha sufrido mucho y sus actos han ido en consecuencia de ello. No diremos nunca que merezca lo que le pasó, nadie merece algo así, pero sí diremos que, como bien nos muestra el propio Richard Gadd en la serie, no está libre de pecado y también ha cometido errores que evolucionaron en agrandar la situación a mayor escala. 

​ ​ ​Es una serie muy buena porque sabe en todo momento cómo son sus personajes y, tratándolos desde el máximo respeto, siempre sabe como converger sus luces y sombras para acometer un desarrollo coherente sin mitificar las barbaridades ni evangelizar las malas decisiones. Además, el tempo utilizado en todo momento es idóneo, nos deja entender cómo hemos llegado hasta aquí, sin apresurarse, dejando espacio suficiente para desarrollarse hacia el futuro e incluir nuevos personajes que entren al juego, a esa atmosfera ficcional de tensión y terror que acompaña la trama.

​ ​Una de las propuestas, además, más inteligentes y arriesgadas que he podido apreciar es como nos aterroriza utilizando en muchas ocasiones, quizás demasiadas, una sátira humorística que roza, casi, el absurdo. Es arriesgado porque un discurso tan importante se te puede banalizar y malentender muy fácil, pero no deja de ser de una maestría brutal como dar tanto miedo utilizando siempre el humor.

​ ​Tengo claro que en otros tiempos esta historia no habría pegado tan fuerte, es cuando estamos viviendo situaciones tan similares que la gente es capaz de escuchar y dejar de mirar hacia otro lado. Yo, en lo personal, creo que no volveré a ser el mismo después de haber sufrido estos 7 capítulos tan demoledores y sin ser, ni siquiera, la más mínima parte de lo que llego a sufrir Richard Gadd. Necesito tiempo para descansar la mente, sí.

★★★★★

#Cinealaderiva

28 de mayo de 2024