Terror contemporáneo

Lake Mungo (Joel Anderson, 2008)

​ ​Película generacional con la que sentí un desasosiego e incredulidad similar a la experiencia de ver 'Donnie Darko' (Richard Kelly, 2001) por primera vez. Un falso documental que disecciona por completo el dolor de una familia al perder a su hija intentando hacerla aparecer de formas escabrosas. Una historia cruel, llena de momentos que te erizan la nuca y con uno de los mejores finales del género. No es terror de sustos, ni con sangre a mansalva, ni con mil monstruos en pantalla, pero su realismo nos deja hundidos en el sillón.

Barbarian (Zach Cregger, 2022)

​ ​Venga, va, que no todo en la vida es profundidad psicológica. 'Barbarian' es, sin parangones, una de las películas de terror con la que mejor me lo he pasado en mi vida. Su éxito radica en saber jugar en muchas posiciones sin descuidarse en ninguna, por eso cuando se cuela el drama, por mínimo que sea, se inviste en él por completo; cuando llega el terror, te cagas en los pantalones; cuando se le va la olla por completo, nos ofrece momentazos icónicos. Un festival celebratorio que, a la vez, sabe tomarse lo suficientemente en serio como para no caer en la autoparodia, dejando tras de sí un buen reguero de sangre, vísceras y mal rollo.

The Innocents (Eskil Vogt, 2021)

​​Nos vamos a Noruega con la película de Vogt (Copenhague no existe, 2023), uno de los guionistas más importantes dentro del cine independiente europeo, por ser el autor de los libretos de las películas de Joachim Trier (La peor persona del mundo, 2021) otro de los cineastas más importantes y reconocidos del panorama. 

​​Vogt toma los mandos de la dirección en una película que, aún a riesgo de caer en generalizaciones, sigue el frío patrón del cine nórdico en cuanto a pocas emociones y mucha crudeza en las imágenes. Sin absolutamente ningún tipo de tapujos,  'The Innocents' nos cuenta la vida de unos niños con superpoderes de la forma más fría, categórica y terrorífica posible. De forma frontal, y con unos niños que no distinguen entre juego y realidad, su director planta la cámara casi fija con unos planos que contemplan como el horror más visceral se abre paso delante de nuestros ojos. Son los X-men realistas.

Mientras duermes (Jaume Balageró, 2011)

​ ​Si no conocéis ya a Jaume Balagueró (Venus, 2022) iré a buscaros personalmente para arrancaros las tripas. El director (junto con su colega Paco Plaza (Hermana Muerte, 2023)) de una de las mejores y más reconocidas películas de la historia de nuestro cine,  ‘[REC]’ (2007); dirige en solitario otra de las mejores películas españolas de este siglo. Con la mejor interpretación de Luis Tosar (Tratamos demasiado bien a las mujeres, 2024) y eso es decir muchísimo, la película lleva al límite la tensión en secuencias exasperantemente alargadas, proyectando el home invasion a un nuevo nivel. ​

​ ​La dirección de Balagueró es deliciosamente perversa, dejando que la tensión marque el ritmo de los planos, mientras el apartamento, que recuerda indudablemente al uso laberíntico y claustrofóbico de Polanski (The Palace, 2023) se come a los protagonistas. Que alguien te identifique el punto de vista con una buena persona, es fácil, que lo hagan con una horrenda, es de genios.

Life (Daniel Espinosa, 2017) 

​ ​Nunca entenderé el desprecio de la crítica por esta película. Es cierto que es un remake encubierto de 'Alien, el octavo pasajero' (Ridley Scott, 1979), ​pero la he visto varias veces ya y me siento con el poder de decir que es una de las películas más infravaloradas de este siglo. 

​ ​Unos astronautas, interpretados por un cast de época (Ryan Reynolds (Ghosting; Dexter Fletcher, 2023) Jake Gylenhall (Road House: De profesión duro; Doug Liman, 2024) y Rebecca Ferguson (Dune: Parte Dos; Denis Villeneuve, 2024); encuentran una forma de vida en el espacio que deciden estudiar. El resto es una filme que recoge la esencia de la película de Ridley Scott, personas atrapadas sin salida aparente en medio del espacio, y lo lanza al cine de terror más puro lleno de sustos, momentos gore y un suspense de aplauso. 

​ ​Si la película de Scott era mucho de alargar secuencias, esta es más espídica y va de frente con su corpus casi de action movie, dándonos 103 minutos de la mejor tensión.