Los que se quedan

Navidad, amarga Navidad

por David Castiella

The Holdovers | Alexander Payne

EEUU, 2023 | 133 minutos

Guion: David Hemingson

Elenco princpal: Paul Giamatti, Da'Vine Joy Randolph, Dominic Sessa, Carrie Preston.

CAA Media Finance. Focus Features

'The Holdovers' es un milagro cinematográfico cuya simple existencia es motivo de alegría. Muy pocas películas hoy en día tienen la capacidad de dialogar sin necesariamente avanzar la acción o hacer aclaraciones sobre la propia trama, porque hablar no siempre nos lleva hacia delante, a veces nos mantiene en círculos esperando una pequeña fuga que nos deje ver algo de luz al final del túnel.

​Y es difícil que con toda la oferta de films donde constantemente pasa de todo en todos lados, un director de 62 años nos deje espacio para disfrutar de "el arte de que no ocurra nada", aunque en realidad, esté pasando de todo. Quizás es la película más Navideña en mucho tiempo: no hay nada como la sensación de estar al calor de la estufa mientras el frío cristaliza el exterior de la ventana, y esta película, es un poco eso.

Alexander Payne es uno de esos directores que no ha trascendido como merece por ser uno de los que mejor ha entendido que la puesta en escena del melodrama no se hace a gritos y lloros, sino con elegancia, sensibilidad y mucha paciencia; como bien se demuestra en cintas como 'Election' (1999), 'Sideways' (2004) o 'Nebraska' (2016). Además, en su coqueteo con el mainstream norteamericano le salió el tiro por la culata en 'Una vida a lo grande' (2017) que vilipendiaron sin piedad sin ser tan desastrosa. 

​Sabemos lo mucho que gustan los héroes en EEUU, o al menos la imagen que muestran, pero a Payne le interesan otros sujetos de la sociedad, unos mucho más solos, olvidados y maltratados por su condición. Ahí es donde se juntan un viejo profesor bizco (Paul Hunham), un joven y presuntuoso estudiante (Angus Tully), y una cocinera viuda que acaba de perder a su hijo en la guerra (Mary Lamb); quedando atrapados sin mucha capacidad de elección en el instituto internado en el que desempeñan sus diferentes roles. 

​Los diálogos que ha confeccionado David Hemingson, un hombre forjado en las series de televisión, son de una belleza inusual, sabiendo perfectamente que para llegar a los puntos dramáticos importantes no hacen falta grandes revelaciones, sino simplemente dejar que los personajes se expresen en su propia idiosincrasia, abriendo poco a poco un terreno común, no sin antes unas cuantas carcajadas, donde poder entenderse y establecer una relación que sin saberlo ninguno de los tres, acabará salvando el resto de sus vidas. Y que hay más bonito que liberar a los demás de sus propios agujeros negros sin perder la esencia de tus creencias y personalidad, pero aprendiendo que estas pueden moldearse para convivir con otros seres humanos.

Imagen procedente de Focus Feature LLC.

​Sin alardes de "autoritis", Payne pone sobre la mesa una estética setentera que nos transporta automáticamente a esa época, que desde el logo de Universal y su grano gordo imitando la textura del 35 milímetros, le da ese candor especial a la fotografía. La sensibilidad de los planos de Payne me ha hecho aplaudir mentalmente varias veces, contemplando la delicadeza con la que aborda cada una de las acciones. Por ejemplo, en mi secuencia favorita de la película, los tres protagonistas van a una fiesta que da la secretaria del instituto, y hay una escena de seducción pintando con las manos que se sucede con un desmoronamiento de Mary, y todo está contado con una caligrafía tan respetuosa y detallada que es indiferente si asistimos a un primer flechazo o a un desgarro emocional, todo se cuenta con el mismo amor.​

​Y es que, para que mentir, nos pasamos la vida entre la euforia de la compañía y la soledad de nuestros pensamientos, entre la cabezonería de nuestros argumentos y la flaqueza de su puesta en común, entre el miedo a ser vulnerables y el pánico de no ser comprendidos. Y si eso se queda mucho tiempo dentro, solo creamos personajes como el profesor Paul Hunham -interpretado por un histórico Paul Giamatti-, un hombre depresivo cuya desidia por el ser humano le hace aplicar la dureza de su carácter sobre el resto y sobre todo, sobre sí mismo, llevándole a un bucle de autoconvencimiento de que merece ser un despojo, sin darse cuenta que en esta vida el único despojo que existe es el no creer que el amor (sea de quien sea) puede salvarnos una vez más.

​Al final, 'The Holdovers' es una historia de perdedores que pierden, de personas rotas que siguen rotas y de traumas que siguen presentes, pero todo esto se puede vivir acompañado.

★★★★½


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