Los juegos del hambre

​ ​Alejada de su hogar y condenada a la supervivivencia tras ser arrojada en medio de una manada de leones hambrientos. Lucy Gray (Rachel Zegler; ¡Shazam! La furia de los dioses, 2023) solo era una niña, una artista obligada a luchar, a quien ya no le bastaba solo con cantar, el pajarillo también debía volar.

​ ​‘Los juegos del hambre’ han sido una saga de libros/películas que consiguió conectar con mucha gente a través de su mundo, donde todos sabíamos que florecía la fantasía de una distopía, pero que, cuanto más te adentrabas en su tinta, cada vez era más y más realista.

​ ​Las serpientes no son más que reptiles que viven escondidos y se arrastran para comerse a sus presas cuando estas están desprevenidas e indefensas. Digamos que Coriolanus Snow (Tom Blyth; Billy el Niño, 2022 - ?) es alguien que lleva toda su vida viviendo como una serpiente y que, además, ha sabido mutar su piel miles de veces por pura supervivencia, algo que lo asemeja a su víctima, Lucy, y por lo que ambos se compenetran tan bien juntos. Los dos son supervivientes, pero no son lo mismo.

​ ​Balada de pájaros cantores y serpientes, el título de la obra y también lo será de este artículo. Un nombre hecho para sintetizar esta historia de la forma más pacíficamente agresiva posible, un nombre que consiga mezclar los sentimientos de ambos protagonistas, sus semejanzas, pero, sobre todo, sus diferencias… Porque aunque supervivientes ambos, Snow sigue siendo una serpiente que se come a los pajarillos indefensos como Lucy, al menos, hasta que un depredador más grande, más fuerte y más voraz le recuerda que debería probar a hacerse vegano y vivir a base de patatas, como Katniss (Jennifer Lawrence; Sin malos rollos, 2023).

​ ​La nueva película de la saga nos muestra cómo fueron los décimos juegos del hambre y cómo surgió y creció una figura, hasta llegar a lo más alto. Realmente, si nos paramos bien en lo que nos cuentan, esta es la historia de Snow, historia a la que Lucy Gray ha sido invitada como actriz de reparto, sí, la principal entre los secundarios, pero secundaria aun así. Es complicado poder empatizar con una figura que sabes todo el dolor que causará en el futuro, pero la propia película te la plantan desde el punto de vista de un villano al que le han ocurrido cosas malas que le hacen actuar como tal. Un argumento, si me preguntan, más bien flojo para justificar que un villano haga villanadas. Y es flojo porque en la propia película tienes personajes a los que también les han ocurrido cosas malas, incluso peores, pero no dejan de intentar hacerlo bien, ser mejores. 

​ ​Si la propia película quiere que empatices, aunque sea un poquito, con Snow, pero a la vez te ofrecen a alguien que, cómo él, es un superviviente, pero no por ello un villano… algo falla.

​ ​Técnicamente hablando, lo que hace Francis Lawrence (See, 2019 - 2022) es una barbaridad, al nivel de ‘Los juegos del hambre: en llamas’ (2013), aunque salvando las distancias, ya que la historia de esta última era mucho más ambiciosa en términos de worldbuilding y, por tanto, requería de más calidad visual. ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes’ es una epopeya donde nos muestran a un “héroe” que se ve sumido en la oscuridad y vive lo suficiente para convertirse en villano. 

​ ​Es una cinta con bastantes alegorías de cuento de hadas, a pesar de esa crudeza realista a la que nos tienen acostumbrados en la saga. Sus cualidades fotográficas y de producción las encuentro justo ahí, en saber jugar con un mundo más pequeño pero igual de cruel. Y lo consigue, sin duda.

​ ​Siempre tengo muchas ganas de volver a Panem y esta vez no ha sido distinto, aunque tampoco ha sido distinto que siempre que salgo de sus macabros juegos me voy a dormir con los ojos llorosos.

 ★★★★

#Cinealaderiva

14 de diciembre de 2023