La sociedad de la nieve

Hacer de lo inhumano algo natural

Por Abel Estellés


La sociedad de la nieve | J.A. Bayona

España, 2023 | 144 minutos

Guion: J.A. Bayona, Bernat Vilaplana, Jaime Marqués, Nicolás Casariego. Libro de Pablo Vierci

Elenco princpal: Enzo Vogrincic, Matías Recalt, Agustín Pardella, Felipe González Otaño, Luciano Chatton...


Coproducción España-Estados Unidos; Misión de Audaces Films, Netflix, El Arriero Films. Productor: Belén Atienza, Sandra Hermida, Netflix


​Estas últimas semanas J.A. Bayona ha estado haciendo entrevistas para comentar su último film, que ha triunfado nacional (13 nominaciones Goya) e internacionalmente hablando (2 nominaciones Oscar). En todas ellas hay siempre un denominador común: la importancia en darle espacio a aquello que nos haga reflexionar. Lo importante de perdurar en el tiempo y en las memorias.

​Y es ahí donde voy a centrar este artículo, en la memoria. ¿Qué tiene que ver esto con la tragedia de los Andes? Bien, en primera instancia, no parece que vaya muy de la mano, pero sí lo hace si te centras en los detalles. Y es que a Bayona le encantan los detalles. La sociedad de la nieve es una película épica y trágica, donde lo imposible es posible y lo impensable se piensa. Una película donde un grupo de personas, la mayoría con apenas 20 años, ve su vida dar un vuelco de 180º haciendo frente al frío, al hambre y a la muerte de sus seres queridos.


​Sin embargo, esta es una historia que la gran mayoría ya conoce. Hemos tenido dos adaptaciones al cine de lo que fue la tragedia: ‘Supervivientes de los Andes' (René Cardona, 1976) y ‘¡Viven!’ (Frank Marshall, 1993); además, también se publicaron varios libros cómo ¡Viven! La tragedia de los Andes (Piers Paul Read, 1974) y La sociedad de la nieve (Pablo Vierci, 2008).

​Por tanto, la importancia de volver a rodar lo que pasó en la cordillera no estaba en retratar lo que ya se había escrito o hecho. No era el qué, sino el cómo y el quién. Está habiendo un debate sobre qué película es mejor, cuál trasladó mejor los sentimientos y el sufrimiento de los implicados y en qué se diferencian. ‘¡Viven!’, no fue una mala película, de hecho, gustó tanto a prensa, como a críticos y público… incluso a los supervivientes les pareció que narraba los hechos de forma correcta, aunque algo fantasiosa. Pero eso es Hollywood y así lo mercantilizan. Sin embargo, sí que es cierto que se dejó de lado lo que supuso el accidente para ellos, no se involucraron en sus sentimientos y muchas cosas las “olvidaron”, incluso los nombres y actos de algunos de ellos…

Imagen procedente de Filmaffinity


​Y, por eso, Bayona se implicó en el proyecto, trabajando sin parar durante más de 5 años. Nadie lo diría por cómo está hecha la película, ¿verdad? (nótese la ironía).

​Técnicamente hablando, lo que hace el director, es una maravilla. Es posible conectar con todo lo que sienten los personajes gracias a un movimiento de cámara, un corte de plano o una simple subida de tono en la BSO o de color en el etalonaje. Además, como podemos apreciar con el making off que han estrenado hace poco en Netflix, es asombrosa la producción y realización del rodaje. Para aplaudir mientras su equipo se levanta a conseguir todos los premios posibles este año.

​Dejando de lado, aunque no mucho, los increíbles aspectos técnicos que tiene la película, me gustaría volver a aquello que creo que une todos los componentes y es la característica principal y sintética del film: los recuerdos. Hay unos pensamientos que se repiten durante los hechos: ¿Cómo vamos a recordar a nuestros amigos? ¿Cómo nos van a recordar nuestras familias? ¿Lo que hagamos aquí nos definirá en el futuro?

​Bien, en esas condiciones tan extremas, todos entenderíamos que se hagan cosas extremas y, de hecho, lo justificaríamos. Sin embargo, había un tema muy candente entre los propios supervivientes, sumado al hecho de que eran religiosos, la antropofagia. Que Bayona abordara de forma directa cómo se sintieron ellos al tener que recurrir a esto, era algo necesario y que se había pasado por alto. ¿Cómo podemos mostrar la dureza de los actos para que la gente sienta lo que fue? Romper las barreras de la moral sin que eso nos lleve a cambiar nuestra opinión de quienes lo sufrieron, hacer de lo inhumano algo mundano.


Imagen procedente de Filmaffinity

​Pues, recordándonos una y otra vez que siguen siendo personas que sufren, gente con toda la vida por delante frente a adversidades de condición extrema. Que siguen siendo padres, hijos, hermanos, madres, hijas y hermanas; son personas que tienen familia a la que no van a poder ver más, familia que no les podrá enterrar, hablar, abrazar… besar. Gustavo Zerbino es el núcleo de todo esto, es el corazón de la sociedad y el mensajero de sus amigos. Él guardó los recuerdos de cada uno de los pasajeros de ese avión, supervivientes o no, amigos o no, y se lo entregó a cada uno de sus familiares, haciendo posible lo imposible. 

​Me gusta hilar todo esto con las alegaciones de Bayona hablando de cómo construir algo que sea recordado por los demás, conseguir que perdure en el tiempo y nos ayude a cambiar. Porque es justo lo que Gustavo hizo, conseguir que sus compañeros pudieran ser recordados, perdurar en el tiempo hasta el día de hoy y que su historia nos ayude a cambiar. Historia que ha llegado a Bayona para que haga una película que cubra todos estos aspectos, que gracias a una destreza técnica abismal podamos sentir y recordar que fue aquello. No hace falta que salga a decirnos que significó recrear los momentos. No hace falta porque solo con aislar los gritos de los supervivientes en una cordillera con un anuncio de venta de bicicletas nos lo dice todo, invisibilizados. 

Imagen procedente de Filmaffinity

¿​Cómo el mundo fue capaz de olvidar que 45 personas se habían estrellado en la nieve no hace mucho y seguir viviendo como si nada hubiera pasado? Es importante porque me recuerda que esto sigue pasando y no es cosa de una vez. Hay países destruyendo a otros, personas muriendo y sufriendo y nosotros seguimos viviendo como si nada pasara. 

​Es importante porque te hace recordar… y recordar a alguien o algo es la única manera de mantenerlo vivo, aunque ya no esté. 

★★★★ ½


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