El reino del planeta de los simios

Simios, juntos, fuertes

por Abel Estellés

Kingdom of the planet of the apes  | Wes Ball


EEUU 2024 | 145 minutos


Guion: Josh Friedman, Rick Jaffa, Amanda Silver, Patrick Aison


Elenco princpal: Owen Teague, Freya Allan, Kevin Durand, Dichen Lachman


20th Century Studios, Fox Studios Australia, Oddball Entertainment, Jason T. Reed Productions

​Aquellos que no recuerdan su propia historia están condenados a repetirla. Este es el mensaje que he estado pensando durante las dos horas y media de ‘El reino del planeta de los simios’ (Wes Ball, 2024). 

​Era muy complicado sacar algo funcionalmente casi perfecto al Matt Reeves dejar por todo lo alto la trilogía que glorificaba a César como el líder y fundador de la rebelión de los simios dentro de un planeta que los oprimía y los metía en jaulas. La huella de su legado era muy grande, pero Wes Ball ha conseguido crear un fenómeno así como lo fueron sus adaptaciones de ‘El Corredor del laberinto’. Entonces, del mismo modo que Charlton Heston también fue metido en una jaula durante la famosa cinta de Franklin Schaffer de 1968, su “precuela” de este 2024 se ha encargado de enjaularnos en una atmósfera de preocupación por no cumplir las expectativas deseadas, pero aun así esperanzadora ante la luz y el color que emite esta nueva saga.

​‘El reino del planeta de los simios’ ha resultado ser una película con muchísimo corazón y cariño por el legado. Es una cinta sencilla, tiene un guion consistente, pero que carece de problemáticas, a priori, que signifiquen un peligro real. Sin embargo, es una obra que mira mucho al futuro. Su razón de ser está basada en lo que nos quiere ofrecer próximamente, aunque sin dejar de lado nunca de donde viene. Y es que César está presente en toda la película, ya no solo por la brillante, bonita y nostálgica que es la escena inicial del film, sino porque aquel que fue el portador de la libertad es ahora quien cimenta la religión y esperanza de las nuevas tribus de simios… Eso diría si no fuera porque el mensaje de esperanza y cooperatividad de César se mezcló con la arrolladora muestra de hostilidad con la que Koba veía a los humanos e, incluso, a los simios. 

​César y Koba fueron las dos caras de una misma moneda y, por tanto, sus palabras se unieron para formar una imagen equivocada en el futuro. Los humanos y los simios pueden, no, deben convivir para que la vida pueda prosperar. Después de 300 años, los humanos, como en la película original, han pasado a un estado deplorable, son los cazadores que se volvieron cazados por aquellos a quiénes un día encarcelaban. Toda la mitología de la saga de ‘El planeta de los simios’ es muy filosófica, así como lo demuestran en esta película con sus guiños y referencias: desde ver a humanos metidos en jaulas, hasta  espantapájaros con forma de X y muñecas de juguete. 

​¿Por qué digo, además, que es una película que mira mucho a su futuro? Pues porque, ya no es solo que tiene un final muy abierto, sino que se nota constantemente que nos están presentando un mundo lleno de posibilidades y con easter eggs de lo que va a pasar en esta nueva saga. Noa es nuestro nuevo protagonista, un simio joven, curioso, de sangre caliente y ganas de demostrar su valía. La película gira en torno a él, a su viaje, su evolución y sus ganas de comerse el mundo. No, no es César, pero tampoco lo pretende. El director nos está llevando a un territorio inexplorado, sitios y civilizaciones por los que no nos hemos movido, donde reside, justamente, la magia de sus paisajes, sus colores vivos y su riqueza visual.

Imagen extraída de Hipertextual

​Nos encontramos ante un film de dos horas y media que no se hace en ningún momento largo, no pesa, pues tiene un ritmo muy acelerado, pero controlado. Las civilizaciones de simios, amigas o enemigas, junto a la aparición de grupos de humanos, diferentes a los “ecos” que él suele avistar, será aquello que impulse el viaje de Noa hacia el nuevo mundo. Y no solo será para encontrar a su familia y amigos, sino que será un viaje de autodescubrimiento, propio y de su entorno, de sus creencias y visión de la sociedad. Será un viaje que cambiará el paradigma en el que se encuentra nuestro protagonista y que afrontará las verdaderas dificultades que tiene vivir en un mundo gobernado por simios inteligentes, que ocultan lo que fueron esas tierras antes de su llegada.

​Dejando de lado un poco como funciona en esta película la jerarquía de la sociedad, la religión y la política de mentiras y engaños que sufren nuestros personajes, podemos entrar más en tono acerca de, eso mismo, el tono y las problemáticas del film. Estamos acostumbrados a la oscuridad que Reeves dejó en el amanecer y la guerra de César contra los humanos, esa decadencia de la positividad y ese duelo constante entre elegir la mejor de las malas opciones. Wes Ball nos traslada a un mundo lleno de vida sin descubrir, una tierra primitiva que alberga muchísimo más de lo que conocemos. Un lugar lleno de color, de vegetación, de aparente felicidad y de buenas ideas, hasta que la pequeña tribu de nuestro protagonista sufre un atentado contra esa barrera positiva ante problemas que habían creado. 

Imagen extraída de SensaCine

​¿Os acordáis de eso que decía de como el mensaje de César y Koba se habían mezclado? Bien, tenemos a Próximus César, el simio que quiere emular el liderazgo de aquel que fue el cabecilla de la revolución, imitando unas palabras falsas sobre la soberanía de los simios frente a la carroña humana, parlante o no. Basándose en la historia de aquello que fue el Imperio Romano, Próximus intenta recrear su propio imperio, pero sin contar con el hecho de que es un emperador no electo que dirige y reina a base de terror. Nunca podría conseguir aquello que César sí hizo porque, justamente, César nunca fue un rey, fue un líder que se vio obligado a luchar por la petición de un pueblo oprimido, su pueblo. Próximus no tiene un pueblo, no busca una familia, busca un ejército con el que cumplir su deseo de gobernar. 

​En cierto modo, y aunque parezca en muchas partes que lo que cuento es terrorífico y muy oscuro (en apariencia no lo es), tiene un caparazón mucho más parecido a lo que fue ‘El origen del planeta de los simios’ (Rupert Wyatt, 2011). Con esta película se constituye una secuela que se centra mucho en el tono de aventuras y la épica de la acción emocional. Nos muestran un mundo esperanzador, un mundo que sabes que es muy distinto a lo que fue, pero que esperas que acabe siendo mejor. Esa sensación de mostrar las maravillas que nos ofrece la naturaleza es constante, como en la bellísima escena del telescopio. Es como si estuviéramos descubriendo el mundo a través de los ojos de Noa, fascinándonos de lo que vemos. 

Imagen extraída de SensaCine

 

​Una historia leída como una epopeya de libros mitológicos, una leyenda que se contará en el futuro más lejano, siempre con orgullo. Una historia basada en el legado, en la religión, en el resurgir de las buenas obras y en la creencia de una sociedad próspera y bondadosa, pero en la que observamos que si, de entre todo un pueblo, naciera un individuo con la capacidad de envenenar con sus palabras, corromperá corazones y provocará la caída de las civilizaciones. Las palabras solo son palabras hasta que alguien les da significado. Soñamos con que quien lo haga sepa darles un buen uso y liderar a su pueblo, así como César lo hizo, sin pedir nada a cambio y velando solamente por el bien común.

★★★½


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