El clan de hierro

​ ​​​La ceremonia de los Oscar 2022 quedará en la historia del imaginario popular por el hecho de que Will Smith pegase una ostia a mano abierta al presentador de aquella gala, Chris Rock. Poco hay que decir sobre este indefendible evento que no se haya dicho ya, pero lo que es seguro, al menos en mi opinión, camufló un bochorno aún mucho mayor. ​​'El método Williams' (Reinaldo Marcus Green, 2021) estaba nominada a mejor película.  

​ ​El problema no viene, sin embargo, de la poca gracia artística de la película, un filme de sobremesa con una historia de éxito plana, pero entretenida si entras en su fórmula. Por resumir a grandes rasgos, en la cinta de Green se contaba la obsesión de un padre por conseguir que sus hijas fueran las tenistas más grandes de la historia sin siquiera haber nacido. Mucha gente aplaudió la superación, constancia y entrega del padre hacia sus hijas, porque es muy fácil justificar los medios cuando el fin es el que todos conocemos (Serena y Venus tienen 30 Grand Slams). 

​ ​Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez que pasa con aquellos que no forman parte del 1% que lo consigue?, qué pasa con esos niños y niñas socavados por la obsesión de sus progenitores. Nos hemos parado a pensar que, incluso consiguiendo los sueños familiares, si llegarán a saber lo que es el amor fuera de una competición. Pues la familia Von Erich bien sabe la otra cara de la moneda.

​ ​

​ La película, a modo de melodrama puro, nos cuenta la historia real de la familia Von Erich, ​donde un padre que fracasó en el mundo de la lucha libre se dispone a que, pase lo que pase, sus hijos sean campeones de la WWE. Es cierto que ayuda mucho que la historia sea real, porque la barbarie que se cuenta por momentos es inverosímil hasta el punto de poder sacarte de la propuesta. Si no conoces la historia de antemano, como era mi caso, es un ver para creer.

​ ​Sean Durkin (Inseparables, 2023) consigue lo que parecía imposible con un material que cualquier director torpe habría llevado a otro terreno, hacer del respeto y la delicadeza un arma estética que contrarreste la tragedia. El respeto de Durkin por sus personajes y por la historia se traslada al plano con un máximo cuidado de la distancia de la cámara con las acciones, el director no abusa en ningún momento de primeros planos, grandes escenas lacrimógenas, música de violín que te reviente el tímpano... 

​ ​De hecho, si os fijáis, cada una de las desgracias está contada en off, una decisión moral bellísima que opta por darle importancia no al morbo de cada una de las fatalidades, sino al poder del espectador para ser inteligente, rellenar los huecos de la historia y acompañar a los que siguen en ella en su dolor.

​ También es cierto que en algún momento puede malickear un poco: la luz del atardecer perfecta, la cámara que se desliza, escenas oníricas en su final..., pero yo perdono estos "preciosismos" con los ojos cerrados por su delicadeza en el resto de apartados.

​ ​

​ ​Porque sí, en la vida hay "Métodos Williams" pero también hay "Métodos Von Erich", y la línea que separa a ambos está a un golpe de suerte de ser la destrucción total de una familia. Es muy triste ver a un hombre no poder coger a su hijo por miedo a pasarle una maldición familiar, es triste ver la depresión destruir hermano tras hermano mientras le toca a otro subirse a un ring a comenzar un nuevo calvario. Las maldiciones no existen excepto para aquellos que las crean o las imponen, en este caso, sobre 5 niños inocentes. 

​ ​Pero Durkin, que sabe perfectamente como narrar el melodrama, llena la película de momentos para ellos, los personajes, encabezados por Kevin (Zac Efron está histórico), el hermano mayor que cuida de todos, donde parecen poder respirar de nuevo. La boda, el fútbol americano o las fiestas; son escenas de un amor indestructible por la hermandad, que pese a ser destruida por las obsesiones de un padre enfermo, gracias a 'El clan de hierro' quedará esculpida por siempre en el horizonte cinematográfico.

★★★★

#Cinealaderiva

28 de marzo de 2023