Cerrar los ojos

​ ​La vocación es un deseo irrefrenable de hacer aquello que te pide un sexto sentido, una corazonada a la que es difícil no hacer caso. La crítica cinematográfica es seguramente tan importante a la hora de testificar y cimentar las bases sobre las que categorizar y reunificar el cine, como irrelevante a la hora de formular una dictamen (más o menos formado) sobre el séptimo arte, y más ahora donde las opiniones se pierden en el océano de redes sociales donde todo el mundo vierte su idea sobre algo.

​ ​Por desgracia es obvio que en esta página no escribimos a sueldo sino más bien todo lo contrario, esperando que algún día tengamos la suerte de dedicarnos a aquello que nos genera pasión. Aún así, teniendo en cuenta que de esto no sacamos ningún rédito, hay películas sobre las que escribes que no generan ningún tipo de reacción visceral y más bien te adentras en ellas por una cuestión de actualidad o relevancia social. Pero siempre hay alguna que genera un deseo algo mayor de escribir un texto que dé sentido a los sentimientos que imprime, como si intentásemos leer el poso que deja el café en una taza. ‘Cerrar los ojos’, la última película de Víctor Erice -en todos los sentidos de la palabra-, es una de esas que presenta batalla.

​ ​Erice siempre ha tenido un halo de misterio alrededor de su persona y obra, un director que hasta ‘Cerrar los ojos’ tan solo tenía dos largometrajes de ficción, como si el director vizcaíno no le debiese nada al cine, porque el cine ya le debe bastante a él. ‘El espíritu de la colmena’ (1973) es una de nuestras banderas internacionales, seguramente porque su retrato sobre el fascismo (zánganos sumisos ante la reina abeja), se mezclaba con algo más universal en un relato fantástico y existencialista sobre el ser humano y su lugar en un mundo fantasmagórico y ruinoso. ‘El Sur’ (1983) llegó 10 años después como una película que su director reniega de inacabada, y aún en ese estado es considerada una de las obras cumbre de nuestro cine. Si hacemos cuentas han pasado 40 años desde su última aportación a la ficción cinematográfica, que llegó el pasado año a festivales alzándose con la Concha de Oro en San Sebastián.

​ ​En ‘Cerrar los ojos’ se plantea una investigación cuando un programa de televisión “true crime” decide recuperar un rodaje donde el actor protagonista (Miguel) desapareció en circunstancias misteriosas, entrevistando al director (Julio) del mismo. Este hecho obliga a un envejecido Julio a empezar una forzada vuelta a su pasado y enfrentarse al poder irremediable de la memoria. 

​ ​A partir de este momento se establece un relato que, pudiendo ser de misterio en algún momento, se aleja por completo de la fórmula del thriller contemporáneo. Seguramente es, de sus tres largometrajes de ficción, su obra más clásica, con una puesta en escena invisible que deja toda la fuerza a lo que ocurre dentro del cuadro, y pudiendo parecer fácil, seguramente es lo más difícil.

​ ​Si alguna dificultad va a tener el espectador que no esté acostumbrado a este tipo de ritmo en el cine que consume, son las continuas lagunas que el director nos fuerza a atravesar. Como Eastwood (Cry Macho, 2021), Schrader (El maestro jardinero, 2022) o Melville (Un poli, 1972) en su día, Erice nos cuenta que la importancia en la historia no está en el clímax final sino en los momentos perecederos del camino hacia este. Una canción con una antigua amante compartida al refugio del crepitar del fuego, una noche alargada por las cartas, el alcohol y una canción de ‘Río Bravo’ (Howard Hawks, 1959), o una discusión sobre la pérdida de valor del celuloide.

​ ​Sin embargo, es en su segunda parte donde la película se rompe y traza uno de los mensajes más bonitos de la historia del cine. Julio, después de su ejercicio de inmersión en el pasado, encuentra a Miguel en un asilo. Un hombre que ha perdido toda memoria y consciencia de sí mismo. Erice enfrenta el olvido con el recuerdo, y el milagro en medio, sosteniendo ambos como si el mundo dependiese de ello, el cine, un puente entre ambos que permite transmitir pasión a aquel que quiere recordar y despertársela al que no puede, un nudo a ambas percepciones para mantenerlas unidas, aunque solo sea por un cerrar de ojos.

​ ​Intentamos subir críticas de los productos más recientes, pero aunque me debáis perdonar el frikismo de mis palabras, es inevitable para mí hablar de ‘Cerrar los ojos’. Siempre pienso que las notas (estrellas, puntuación…) son una buena medida para ordenar la cabeza, pero a la vez son reduccionistas e inservibles para hablar de las películas. Así que da igual si os gusta más o menos, pero creo que si le dais una oportunidad al telón de cierre de Víctor Erice, os quedará en el recuerdo, para siempre, algo diferente a lo que estamos acostumbrados a ver. 

★★★★★

#Cinealaderiva

 24 de febrero de 2024