Anatomía de una caída

El juicio de las imágenes

por David Castiella

Cerrar los ojos | Justine Triet

Francia, 2023 | 150 minutos

Guion: Justine Triet, Arthur Harari.

Elenco principal: Sandra Hüller, Samuel Theis, Milo Machado Graner, Swann Arlaud, Jehnny Beth, Antoine Reinartz.

Les Films Pelléas, Les Films de Pierre

​Ganar la Palma de Oro en Cannes, el festival de cine de autor más importante del mundo, no es nada fácil y siempre es un prestigio con el que publicitar tu película. Francia perdió la oportunidad de llevarla a los Oscar eligiendo antes 'A fuego lento' (Tran Anh Hung, 2023), y aún así se las ha apañado para entrar en las 10 nominadas a mejor película en el certamen que se celebrará este domingo.

​Aunque lleva estrenada desde diciembre en nuestro país, todavía no había tenido la oportunidad de verla, pero he decidido ponerme al día con las nominadas para, al menos, poder quejarme de las ganadoras de los Oscar con algún criterio. Aunque viendo el nivel de las nominadas, cualquiera podría ser merecedora del premio. 

​La película abre con un perro que juega con su pelota, mientras en el salón una joven estudiante entrevista a una escritora (Sandra) en el sofá de su casa, los planos se suceden con la protagonista esquiva a las preguntas, intentando cambiar el formato de interrogatorio a charla informal. A mitad de la conversación, como si de la escena de las bombetas en 'Magnolia' (Paul Thomas Anderson, 1999) se tratase, el marido de la escritora (Samuel) empieza a tocar la base de P.I.M.P. (50 Cent, 2008) a toda pastilla, lo cuál corta la entrevista que ambas deciden posponer. La directora, Justine Triet, para mí pieza clave de este entuerto, narra esta primera secuencia de forma única, manteniendo las distancias en el plano con los personajes, como si estuviese narrando una escena cualquiera, y sin sacar nunca físicamente la figura del marido que más tarde cobrará vida de distintas formas. El plano posterior sigue al hijo parcialmente ciego, Daniel, que descubre el cadáver de su padre tras caer del ático: ¿suicidio o asesinato?.

​Si bien el estudio de Triet sobre la familia es fascinante y la película está cargada de diálogos judiciales memorables con una jerga inmejorable, lo que más me ha fascinado de la película es como su directora es capaz de manifestar personajes, actitudes, pruebas y acciones sin articular palabra alguna, simplemente mediante el juicio de las imágenes.

​La complejidad de cohesionar las diferentes formas de abordar la película sin resultar cargante, es fascinante. Cuando asistimos a la reconstrucción de los hechos a través del hijo, la cámara parece ser propia de una grabación policial. Cuando se efectúan flashbacks, muy a menudo para personificar al padre y reconstruir un hecho, la puesta en escena martillea primeros planos y se rompe la ley de la mirada por completo, generando un efecto impresionista sobre la imagen, donde según parece decirnos Triet, lo que vemos es fruto del punto de vista del personaje que esté recordando dicho momento. En las partes judiciales vemos una puesta en escena mucho más clásica, que deja que la narración tenga sus fuertes en la montaña rusa emocional propia de un juicio.

Imagen procedente de Filmaffinity 

​Triet no intenta que el espectador tenga una idea clara del crimen, quizás solo las conjeturas del espectador, propias de con quien empatice más, podrán en algún momento florecer en un culpable. Esto no es una película sobre el posible asesinato de un hombre, sino más bien una anatomía sobre los seres humanos y su estrepitosa convivencia. Un relato sobre el fin de la pareja contado con la puesta en escena más inteligente del año.

​Las dos horas y media no pueden ser más livianas, porque si te es indiferente el deleite estético de la atención al detalle de cada uno de los planos dispuestos por su directora, lo que no te va a dejar impasible es el baño de misterio que la película chorrea por cada uno de sus poros, siempre dos pasos por delante de un espectador que mientras busca culpables no se da cuenta del poderosísimo relato que nos está filtrando sobre la familia, las convenciones sociales y la fragilidad del ser humano. Vamos, todo un puñetero hit.

​Y la actuación de Sandra Hüller (La zona del interés, 2023​), que seguramente pase desapercibida en los Oscar, es un deleite de expresiones minimalistas, pequeños gestos y monólogos implacables, una lección absoluta de que muchas veces menos es más, una forma de actuar que parece no ser muy reconocida en los premios.

★★★★½


8 de marzo de 2024

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